Descripción
En Mongolia, cuando un perro muere es enterrado en lo alto de la montaña para que nadie pueda pisar su tumba. El dueño del perro le susurra al oído que desea que se reencarne, en su próxima vida, en un hombre. Hasta entonces, el alma del perro es libre de vagar por la tierra y sus paisajes, durante el tiempo que quiera. Sólo algunos perros se reencarnan en hombres, únicamente los que están listos para ello. Yo estoy listo.
Valoraciones
No hay valoraciones aún.