Descripción
Michael Brock tenía prisa. Se abría paso como podía en el escalafón de Drake & Sweeney, un enorme bufete de Washington D.C. Era una estrella emergente sin ningún tiempo que perder; no podía permitirse ni un respiro, ni detenerse a echar calderilla en los vasos de cartón de los mendigos. No tenía tiempo para la conciencia.
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